Sábado 21 de mayo de 2016. Ese fue el día en que oficialmente inicié mi vida en el mundo de los Juegos de Mesa Modernos. Una colega del lugar donde trabajaba sabía que estaba interesado en conocer este enigmático mundo, y me invitó cordialmente al cumpleaños de un actual amigo. Llegué un poco tarde (para variar) y ya había muchas personas. Uno de ellos enseñaba a jugar a otro algo bastante extraño, con piezas hexagonales que venían en una bolsa y que tenían diferentes insectos en una de sus caras.
“¿Quieres jugar Ticket to Ride?”. En esos tiempos, cuando nos podíamos reunir en grupos grandes de personas, hacíamos algo denominado “armar dos mesas”; en la misma mesa del comedor podían estar sucediendo dos juegos distintos. En un lado de la mesa me invitaron a jugar Ticket to Ride, mientras al otro lado de la mesa se preparaban para jugar Alta Tensión. Me explicaron el juego, sentí que no entendí nada, y jugué.
Qué maravilla de juego. Las cartas. Los trenes. Las rutas. El odio infinito a una persona que ocupó una de mis rutas, pero que no podía decirle nada porque le estaba recién conociendo. Las infinitas tazas de té que tomamos. Era una experiencia completamente nueva, pero que de alguna forma sentí familiar. En años anteriores de mi vida había jugado lo clásico con amigos y familia (Ludo, Carioca, a veces Póker apostando fichas), pero nunca algo como lo que jugué esa noche.
Decidido a adentrarme de lleno a este mundo realicé una amplia búsqueda de potenciales primeras opciones, pero de lo que estaba seguro era de adquirir Ticket to Ride. Pero ¿Cuál de todos? Resulta que existían muchas variedades y expansiones, y muchos concordaban con algo: Ticket to Ride Europa era mejor que la versión original de USA. En ese momento no era nadie para cuestionar dicha opinión, así que Ticket to Ride Europa llegó a mi vida. Y llegó para quedarse.
Creo que ha sido el juego que más ocasiones he utilizado como “juego introductorio” a quienes están interesados en este rubro. Muchos coinciden en ese factor “familiar” que tiene el juego, el cual casi siempre atribuyo al hecho de tener muchas cartas en la mano. Pero las pocas reglas que tiene, la interacción entre los jugadores, lo colorido del tablero… son demasiadas características que hacen de Ticket to Ride Europa un juego del cual me enamoré a primera vista. Por cierto, ya tengo asegurada mi copia de la edición 15 Aniversario, que sin duda reforzará ese maravilloso y nostálgico sentimiento del responsable de adentrarme a este maravilloso mundo. Larga vida a Ticket to Ride.
